MIGUEL ÁNGEL DE BOER

 

"Madre y niño". PICASSO. París 1905.

 

 

AMIGA

 

Fui a conquistarte

siendo un niño asustado

y me recibiste

...........sin tenerme en cuenta

 

Me hiciste crecer

.......a los golpes

y porque no

.......a las caricias

 

Te conocí de a poco

y me conociste

..........a los saltos

 

(Conocerte fue conocerme

y me dejaste

...........abandonado)

 

Te amé con toda mi vida

Te odié con toda mi alma

 

Me diste tanto

y me quitaste

......todo

 

Yo fui vos

y vos fuiste

yo

 

Y aún recuerdo tu luna

tus fríos

tu regazo

 

Me alentaste

........y perseguiste

Te canté

........y me cantaste

 

Me hiciste hombre

............me empequeñeciste

Supe del horror

............y la esperanza

 

Y quise olvidarme de vos

olvidándome

..........de mi

sin poder

 

Y en mis noches de duelo

que son también de regocijo

porque aún no muero

................(y he muerto tantas veces que ni yo lo creo)

mi corazón me dice que

........Córdoba amiga

........todavía

..................te quiero.

 

 

Miguel Angel de Boer

Comodoro Rivadavia, Julio de 1986.

 

MADRES


Domingo de fiesta que no puede ser
otra vez
(¿cuántas veces más?)
Arruinado el Día para siempre
(por más que el sol se empeñe en fundir el mar de oro)
Arruinada la vida para siempre
(aunque la esperanza malherida siga renaciendo)
Arruinada la muerte para siempre
(pese a que la memoria no le dé tregua)
¡Ay! ¡Ayes!
De tantas Madres arrasadas
por la desdicha del crimen incomprensible
de ese ser amado
hasta el martirio
De tantas Madres que saben que no pueden no poder
porque entonces las estrellas quedarían desamparadas
las lágrimas no sabrían adonde ir
el pan se pondría de luto
De tantas Madres que quedaron huérfanas
de hijos
y de justicia.


Miguel Angel de Boer
Octubre, 1998

 

 

LAMENTO DE MI TIERRA ESPERANZADA

Quien sabe si podré, cansada como estoy,
rumbear hacia la luz del amor,
no sé ni que decir, mi voz ya se gastó,
gritando mi desolación.

Fui joven una vez, con ganas de vivir,
y el canto estaba en mi corazón,
el cielo era mi hogar, la luna mi almohadón,
con sueños de felicidad.

Ahora me estoy angustiando,
llorando un tiempo que pasó,
quisiera yo morir,
así no he de sentir,
nostalgias deshaciéndonos.

Llegaron sin saber, lo que iban a encontrar,
en el regazo de mi alma,
labraron con furor, sin miedo de agotar,
la sangre que yo cobijaba.

A cambio de mi dar, promesas recibí,
que nunca se vieron cumplidas,
si no fuera por vos, que aún estás aquí,
se hubieran llevado mi vida.

Yo sé que estás entendiendo,
porque soy tu razón de ser,
por eso no morí,
luchando he de seguir,
así no me podrán vencer.

-Balada-
Música: Pablo Kusselman


Miguel Angel de Boer

 

 

COMODORO EN EL OTOÑO


Comodoro en el otoño me estremece
cuando siento que sus árboles sollozan
miro al cielo que se mezcla con la espuma
inundando el pedregullo con mil perlas.

Si hasta el viento pareciera que se duerme
entibiado por el sol de la mañana
Tus aromas de dulzura me recorren
y un prodigio de colores cautiva mi alma.

Declinan las tristezas más profundas
cuando te encuentro en tus calles o en tus playas
y te siento Comodoro en el otoño
disipando desmemorias añejadas.

Imposible no embriagarme de hermosura
si las lomas y los cerros se derraman
cuna de dioses y de hombres que ya fueron
susurrando en el silencio su nostalgia.

Veo la tarde despidiéndose de apuro
porque una luna se instala soberana
y es un perro vagabundo y un mendigo
los que encarnan a la vida aún aplastada

Las luces de las casas como estrellas
van trepando al final de la jornada
y te siento Comodoro en el otoño
alentándome a no matar las esperanzas.

(Musicalizado por Pablo Kusselman)

Miguel Angel de Boer

 

 

EVOCACION

Remoto el amor que alguna vez habitó
las arenas de mi vida
invisible me exhorta
a contemplar fecunda
la desnudez que añoro

Aguarda en mi lecho
mudo
de secretos futuros
las formas embriagadas de su cuerpo
Invernando la luz
Nutriendo un nacimiento
Congregando dulzuras despojadas de tormentos

Rememoro imperecedero
mi ermitaño grito
que no desfallece en su aliento
a la espera del aroma
que aventará mis tristezas
y los cabellos que desperezarán
mi canto desgarrado.
Se estremece mi armadura
asediada por el tiempo
Silencioso y crujiente mi anhelo
en el confín de su repliegue
clama por el cuenco añorado
de las lunas entreabiertas de sus pechos

Abatido el odio
estéril en su intento
exiliado de mi carne sufriente
Se hospeda en mi alma la deuda
que discurre incorruptible
evocando las pupilas de aquellos ojos bellos

Miguel Angel de Boer

 

 

ME DEJARON TU PULOVER VERDE


Me dejaron tu pulóver verde
cuando te fuiste.

Llevándose el verano aquel
el del cielo tibio que con sus noches
nos guarecía del mundo entero en nuestro lecho.

Cuánta dicha encontraba entonces mi anhelo
en tu sonrisa
en las palmas de tus manos
en tus suaves cabellos recorriendo con ternura
todo mi cuerpo.

Me dejaron tu pulóver verde
cuando te fuiste.

Dejándome tu aroma
que mil veces olí desfalleciente
evocando tu mirada
añorando tu desnudez
la tersura de tus labios
y esas palabras que no podrá borrar el tiempo.
Porque no pudo el odio
ni la avasallante muerte
desterrar mi amor
ni mi carne dolida cedió al intento
de que me robaran tu recuerdo.

Me dejaron tu pulóver verde
cuando te fuiste.
Pero no pudieron llevarte
porque estarás conmigo
para siempre.


A María Haydée Rabuñal, estudiante de Medicina
cordobesa, querida esposa y compañera.

Miguel Angel de Boer

 

 

RESURRECCIÓN
( sobremuriente)


El rostro se alzó,
la claridad lo iluminó.
Murmullos de amor
atravesaron su corazón.
No pudo entender,
el diáfano brillo que su alma recorrió.
Y así caminó,
queriendo ceder
las gemas más puras del ser.
Su mente pensó.
El cuerpo mismo recordó:
historias de sal,
ponzoñas de crueldad.
Su sangre sangró,
por vilezas sedientas de mal.
Y se estremeció.
Sintió que se ahogó,
con náuseas producto de odiar.
Su hueso crujió.
La demencia lo atrapó
Bestias innombrables
danzaron a su alrededor.
Un feto asustado,
abría su mano con desesperación.
Y quiso morir,
no desfallecer.
(Acopio de memoria de la humanidad)
El tiempo pasó.
La orilla se arqueó.
Un pecho piadoso
por dentro advirtió.
La leche inefable,
al mar de la paz lo invitó.
Entonces...murió..
dejando de sí
lo más puro de él.
¡Ay! un ojo lloró,
lágrimas sin consolación.
La tierra se abrió,
urgida de tanto dolor,
buscando el cabello
caricias de rocío le brindó.
La vida siguió.
Luto mutilado,
humeando recuerdos se resistió.
La carne clamó.
El alba despuntó.
La tumba invisible
gesto su exhalación:
astillas de esperanza
en almas taciturnas sembró.
Y así revivió,
pudiendo saber,
que su canto excelso nunca sucumbió.
El rostro se alzó,
la claridad lo iluminó.
Murmullos de amor
atravesaron su corazón.
Y pudo entender,
el diáfano brillo que su alma recorrió.


Miguel Angel de Boer

 

 

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